“Es el don por el
cual una persona puede estar en dos lugares al mismo tiempo. Algunos teólogos dicen que eso es imposible y que en uno de los lugares
está con cuerpo aparente o un ángel toma su figura. Lo cierto es que su ángel custodio la llevaba a
lugares distintos, incluso lejanos del convento, para ayudar a los necesitados
o asistir a los agonizantes. En sus viajes de bilocación se transformaba a
veces en pastorcito, anciano, luz o peregrina para que no la reconociesen. Monseñor Antonio
Ferrer, obispo de Segorbe y que un tiempo fue confesor de la
Madre Inés , tuvo en una ocasión el atrevimiento de pasar el
río de Algemesí, creyéndolo fácil y con poca agua. Pero ya dentro de él, se percató de que
arrastraba mucha agua y pasó un momento de mucho peligro, creyendo
perder la vida. Entonces se acordó de la promesa de la Madre
Inés de llamarlo interiormente cuando tuviera alguna
necesidad y salió libre de aquel peligro. Cuatro meses más
tarde fue a visitarla al convento y ella le recordó el peligro pasado y las
circunstancias del día, hora y
lugar con los más menudos detalles que acompañaron el suceso.”